domingo, 14 de noviembre de 2010

Enloquecido en la Locura


"Cuando un loco parece completamente sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza". Edgar Allan Poe.

La locura: es la privación del uso de la razón o del buen juicio.
(2) Trastorno o perturbación de las facultades mentales de una persona.
(3) Acción irreflexiva o desatinada, que implica imprudencia o temeridad.
(4) Entusiasmo o amor excesivo que siente una persona por alguien o algo; Que es exagerado o está fuera de lo normal

La locura como concepto común suele describirse como enfermedad, eso que se muestra extravagante y sobre todo “que se priva del uso de razón”, aunque por otro lado, podríamos decir que la locura también es el estado en que uno se revela a si mismo, tanto que se sitúa en la mirada extraña del otro, que por su certeza tan escalofriante suele ser un peligro para los demás y ¿porque no? para quien la “padece”, pues tal verdad que se carga es demasiado saber que no se sabe que hacer con él.

Tal certeza es lo que convierte eso irreal a lo real y aunque la realidad es únicamente esa representación del yo sobre la imagen del mundo, bastaría decir que en vista de lo coloquial uno caería en lo absurdo, disparatado, raro, ridículo de lo que dice que es y parece no ser, pero es sin embargo, lo que el neurótico pondría en duda normalmente, que se presta al juego fantasioso de aquella verdad que no parece absoluta, y el “loco” tomaría aquello haciéndolo propio, convenciéndose de la (su) verdad que se tornaría enfermiza (como el caso del paranoico o esquizofrénico).

Como anteriormente se señala, la locura suele definirse como una enfermedad, pero como diría Hegel, hay cierta locura que es esencial y necesaria, y otra que se presenta con un estilo diferente, la cual nos indica estar fuera de norma. La locura esencial es precisamente aquella que nos mantiene vivos, pues no tener algo que creer o que temer nos tendría huecos de vida. Simplemente nuestra posición de sujeto sería inexistente. Por eso el paranoico se cuida constantemente de aquello que lo persigue, se preocupa de lo que descubrirán de él, o la mujer que se convence de ser una deidad como la virgen, y más que presumir de ello, la convierte en ser poseedora de una carga pesada que sobrellevar para tener que cumplir una misión divina. Y es ese narcisismo que justamente los sostiene. Pues el ser importante no es nada sencillo.

Desde luego que a todo esto se presenta el delirio, que tiende a ser parte de la locura (o en la psicosis), ese idioma circundante sin sentido alguno, que no solo es propio del enfermo, tal fenómeno es lo que menciono en los ejemplos dados. El delirante nos muestra una idea que no se puede pesquisar, pues se configura de diferentes formas, es inconforme (in-con-forme / sin-forma) de su verdad, su alternancia de opinión puede ser mayor o peor de lo que antes había considerado.

Como lo que pasa con los celos en el enamoramiento (también un modo de locura). El sujeto se pierde en el otro y no queda nada de si mismo, se desconoce, hace cosas que estarían “fuera de lo normal” para ser mirado por el ser amado, necesita de su mirada y atención para reconocerse, se infantiliza y regresiona; se despersonaliza demostrando en jaque su falta y necesidad, porque de amor se ha enloquecido (“en lo que he sido”), de ahí que Freud haya referido que el amor es lo más cercano a la psicosis. Y porque no reafirmarlo con los maestros de Pink Floyd cuando en su metáfora apuntan en que la mirada del otro es el espejo de uno mismo: “By chance two separate glances meet, And I am you and what I see is me, And do I take you by the hand” (Por accidente dos miradas separadas se encuentran, yo soy tú y a quien veo es a mi. Y te tomo de la mano).

En el plano de la locura es interesante observar por ejemplo el lenguaje de quien delira, hace tiempo hubo una entrevista con un paciente en cámara Gesell para observar este fenómeno y en algún momento de su discurso dirá: “yo veo lo que dicen de mi”, aunque no suene inverosímil es interesante dar cuenta que normalmente se diría “yo escucho lo que dicen de mi” pero lo oído sería algo disperso, mientras lo visible es más tangible, más seguro de apreciar….así que su convencimiento es más que claro para él.

Al contrario de esto, es decir, de no tomar el asunto como propio sino evadir la cuestion, nos topamos que tambien "la duda" (dada en el neurotico) ha funcionado como el comodín perfecto, porque si no me aseguro de lo que digo o hago simplemente no lo realizo, nada que la fantasía pueda arreglar, pero al verlo actuar en otro me identifico y lo juzgo en forma reactiva por aquella osadía, pero solo sería el resultado de mi amilanamiento inconsciente del cual a mi me impedía hacerlo. Un ejemplo de esto puede ser en la clasica respuesta cuando se invita a ir al psicologo: “pero si yo no estoy loco”, es un modo de resistirse, es como decir “pero yo no quiero saber la verdad” y la verdad suele ser algo temeroso, nos devela algunas cosas de nuestro propio saber que no sabemos que hacer con él y es ahi donde la represión nos trabaja. Nuestra locura pertinente.

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