jueves, 24 de mayo de 2018

EN LA AUSENCIA (FRAGMENTO)





Que gran melancolía invade al caído de amor, cuando su despertar es más doloroso que el sueño en que estaba sumergido; un sueño que toma tintes de pesadilla, pero se esfuerza con impulsos de reconciliación para vivir un paraíso endeble.

Cuando uno está en ese juego tan peligroso del amor es presa de fantasmas de todo tipo y lo más irónico es que todos son esencia de nuestra propia realidad. Pero es en la ausencia donde todo se pone en orden, porque ausentarse es irse para regresar con uno mismo, no es huir o desaparecer; es simplemente no estar donde otros; como dice una canción “Te verás tan solo…y te encontrarás”.

La ausencia se define como: el alejamiento  o separación de un lugar, y una concepción más interesante es que se refiere  a  la “pérdida pasajera de la conciencia”. Y sobre esas dos formas uno funciona. Pues sobre esa misma soledad que invade, uno se analiza y se reencuentra, al repetir cada vez el evento significativo que lo acecha hasta llegar al más punitivo arrepentimiento, o una sana elaboración del conflicto.

Solo en la ausencia.


                                                                                                            Edgar Márquez

miércoles, 16 de mayo de 2018

El Maestro: El reflejo de un ideal al saber


A través del tiempo la figura del maestro se considera un papel importante para la sociedad ya que en ella se confía el saber que se adquiere y que influye de algún modo en la personalidad y carácter intelectual del estudiante, pero por otro lado, también se lucha contra esa imagen de autoridad que parece doblegar la voluntad propia,  alineando lo que en primera instancia pareciera ser obligado de hacer o estar.

Sin embargo, el ser maestro no es una cosa meramente académica, es también una forma de atribuirse el compromiso de compartir esa experiencia que uno posee ante el más joven de sapiencia como lo hiciera un padre, una madre o una persona mayor, ya que el objetivo principal es que se perfeccionen las acciones de lo que se intenta mejorar en un mundo cambiante y exigente, simplemente de no cometer repetidos errores. Aunque en la docencia, el maestro justamente puede reflejar eso: la falta o el ideal de lo que se pretende lograr.

Para complementar lo anterior Sigmund Freud refiere en su escrito “Sobre la Psicología del Colegial” (1914) un apartado en el que figura la impresión que solemos tener de nuestros maestros: “Los cortejábamos o nos apartábamos de ellos; imaginábamos su probablemente inexistente simpatía o antipatía; estudiábamos sus caracteres y formábamos o deformábamos los nuestros, tomándolos como modelos. Despertaban nuestras más potentes rebeliones  y nos obligaban a un sometimiento por completo; atisbábamos sus más pequeñas debilidades y estábamos orgullosos de sus virtudes, de su saber y su justicia. En el fondo, los amábamos entrañablemente cuando nos daban el menor motivo para ello; mas no sé si todos nuestros maestros nos lo advirtieron. Pero no es posible negar que teníamos una particularidad animosidad contra ellos, que bien puede haber sido incómoda para los afectados. Desde un principio tendíamos por igual al amor y al odio, a la crítica y a la veneración. El psicoanálisis llama a esta propensión por las actitudes antagónicas; tampoco se ve en aprietos al tratar de demostrar el origen de semejante ambivalencia afectiva”. (1)

A lo anterior es interesante apreciar que de algún modo uno en posición de estudiante pudiese haber tenido esas manifestaciones afectivas y es que, es inevitable mencionarlo, quizá mucho de nuestro estilo de trabajo puede estar influido por alguna acción de nuestros maestros. En el caso propio, he de confesar que mucha de mi retórica fue adoptada por un maestro que siempre disfruté de sus clases, me atrapaba la forma en que explicaba e interpretaba los temas abordados, quise ser como él y por el contrario, también evito realizar ciertos hábitos de quienes no me agradaban. Y a lo último puedo decir una cosa: no existen los “malos” maestros, porque incluso del más ineficaz uno puede aprender algo importante y es lo que no debes hacer.

Es por ello, que nuestra labor ha sido controversial, somos responsables de lo que decimos o enseñamos, somos focos de atención y no es sencillo, de un momento a otro somos héroes y villanos, pero hay que tener claro esto: que la influencia que irradiamos aunque sea casi imperceptible es una afección en el otro que tendrá una respuesta en su futuro. Tenemos una de las labores más nobles y más importantes en la sociedad; esa labor radica en la formación de criterio en los jóvenes. Es lo único que los hará capaces de confrontar su realidad con el mundo que intentan hacer mejor para ellos y por ende el de todos. Así que hay que sentirnos orgullosos de poder brindar esa oportunidad porque de eso está nuestra satisfacción también.  






1 Freud, Sigmund (1914) “Sobre la Psicología del Colegial”