miércoles, 23 de mayo de 2012

Privaciones: De Lo Propio a lo Prohibido



“Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada”
Mark Twain




Bien se ha dicho que todas las personas mienten, frase que incluso hemos escuchado reiteradamente en el personaje de Dr. House cuando en cada capitulo de la serie destapaba a sus pacientes temerosos de sus antecedentes, respecto a su enfermedad o conflicto individual. En ese sentido, se nos aparece una verdad tan clara como la existencia de la mentira, que nos hace saber que no es raro ni de imaginar, pues quizá la mentira pudiera ser el rasgo más natural del ser humano, que utiliza para protegerse o defenderse de su propia responsabilidad y que deliberada o no, es algo que se moldea para no ser presa del juicio que lo ponga en foco de error. 

En ello, la mentira más que trasformar/inventar una información diferente a lo que es, es solo ocultar la ya existente, y suele fallar porque se falsea de un momento a otro con el lapsus que sostiene el acto y discurso dado, dejando ver algo más de lo que se quería mostrar. Y algunas de esas proyecciones deshabilitan la intención voluntaria, que inconscientemente deja en relieve una verdad inevitable. La mentira siempre es decepcionante para el otro porque se rompen ideales e ilusiones y en el caso del pecador solo pone en marcha lo que no puede sostener.

Por otro lado ser sincero (“sin-cero”) radica en ser transparente, dar a conocer francamente lo que falta  y a la vez todo lo que hay;  hasta aquí el lector podría decir ¿Qué tiene que ver con las privaciones? Por lo anterior lo que quiero apuntalar es que todos vamos en función del deseo, en general, las muestras de amor son sinceras ante una persona o grupo en particular justamente porque les damos un lugar importante, porque también llenan faltas y se juega algo compartido, el día que ya no se logre tal necesidad se volverá indiferente, vuelve a ser  parte  inanimado del paisaje, hoy en día la sinceridad  solo cabe en  mayoría como algo que se cataloga, si siguiéramos el principio del arte de amar no se limitaría a un solo afecto con alguien solo porque nos lo demuestre sino ese  mostrarlo de igual manera a todos fundado en el respeto y reciprocidad, sin embargo en este entorno social donde siempre vemos a beneficio propio lo hace complicado porque se malinterpretan los afectos demostrados. Y en este artículo hablaremos solo desde lo cotidiano, lo que vemos y no vemos, que sabemos pero queremos negarlo.  Alguna vez escuche sobre las capas de nuestro entorno social; y vemos que partimos de una esencia global (el mundo), después una institucional (escuela, trabajo) le sigue lo comunitario (vecinos-amigos), la familia (padres, tios,primos) lo parietal (pareja) y por ultimo el yo, en esas fases de relación nos vemos ligados a un sin fin de modalidades de contacto y dirección con los demás. De esa forma todos sabemos de antemano que no te portaras con el vecino del mismo modo en que lo haces con tus padres, de los amigos con tus hermanos o tu pareja, nos desenvolvemos dependiendo de la situación, nos manejamos a partir de una educación en la cual consiste en servir, disponer y sobresalir; porque así logramos ser aceptados en algún circulo. De este tipo de situaciones deviene lo que en psicoanálisis se observa en algunos discursos y preguntas que llevan al paciente neurótico a la consulta: ¿Quién soy yo? Porque digo, jugamos varios roles en la sociedad y a la vez no sabemos el propio, y por ende también lo conocemos, pero con toda la gente actuamos corruptamente a deseo y conveniencia ya que siempre esperamos algo a cambio.

Quizá esto del yo siempre tiene su lugar en lo privado, no cualquiera puede verlo y a veces no se quiere demostrar. Es como ese ejemplo del sanitario: Por más que la gente conozca escuchar tus “pedos” o tu cuerpo, no por eso vas a dejar la puerta abierta, en primera porque tiene que ver con lo pulcro y segunda porque simplemente es un asunto privado, necesitas tu tiempo y espacio ahí para ese momento, es  de una forma similar como funcionan las relaciones interpersonales, por más que la gente sepa que tienes un problema, no se les demuestra abiertamente, tal vez se juegan los mensajes ocultos como todo buen síntoma que aflora por lo externo, resistiéndose a no ser visto pero si el imaginarlo, histéricamente una necesidad rebasada por el orgullo en defensa (“puedes ver pero no tocar”).



Otro de los factores que intervienen con lo privado es que irónicamente, se quiere privar de algo propio o al menos, que se pretende destapar sigilosamente; por ejemplo, me causa gracia el hecho de que se pone un sin fin de ideas en Facebook y se atreven a decirlas con entonación de sarcasmo porque igualmente están y no están presentes, así que su nivel de responsabilidad  es endeble ya que así se pueden limitar a decir: es broma, "es show”, no implica una presencia sino solo una embarrada; dicho sea de paso el “postear” el prefijo “post” ya viene de algo elaborado no es espontáneo, “hablo después de…”.

Es por eso que de esto (lo privado); Para el psicólogo es de gran importancia y tiene una gran función con la sociedad, con nadie puede tratarse esos asuntos tan propios como con nosotros que nos dedicamos a esto, vivimos en un mundo de estereotipos, que es cansado estar fingiendo todo el tiempo, se llega a un punto en que nos desconocemos del todo, y al ir en busca de una introspección de si mismos, el profesional de la salud nos tiene ese gran develamiento por medio de la palabra y el silencio, del cual también como sujetos somos parte. Lo que callamos, lo que hablamos, repetimos, olvidamos, soñamos y  sobretodo que mentimos o fingimos.