martes, 18 de enero de 2011

La Ignorancia: Un saber desconocido





Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas. (Albert Einstein)

La palabra ignorancia ha sido un verbo considerado en dos términos: una alterna de la otra, en donde la primera nos indica una ausencia de saber, incluso en grado de insulto en relación a la estupidez por falta de algún conocimiento. Y por otro lado, como aquel estado en que un individuo está de forma a priori, ya que desde el momento en que aprecia algo nuevo su impacto innovador resulta de gran temor pero atractivo. Y es en ese instante donde la ignorancia se vuelve algo benéfico, pues alienta a la persona al descubrimiento de aquella incultura; y además, al ponerse en esa posición humilde sobre la falta de saber, propone en su interés el aprender de aquello que lo acorteja.

Quisiera apuntar levemente sobre esta segunda concepción de la ignorancia ya que nos advierte algo muy importante respecto al conocimiento: nunca se sabe lo suficiente como para ignorarlo, y nada es tan ignorante como creer saber lo necesario.

No podemos conocer a la perfección una obra literaria, la descripción de una pintura o de un paisaje, conocer la vida de una persona, ni siquiera la de uno mismo; pero eso como tal nos empuja a seguir indagando, investigando y nos despierta algún interés. Y en cada nueva exploración vamos apreciando nuevos tonos, matices e interpretaciones y viceversa, el pretender solo un cierto saber para generalizar algo; se tornaría absurdo y perdería el sentido consistente del objeto.

Por otro lado, la ignorancia recae como una amenaza también, ya que “El ignorante vive ignorado”, porque no está en la sintonía de lo que ocurre, no tiene conocimiento del medio, se limita a las cosas de su alrededor, ve sin mirar, oye sin escuchar, se alimenta de lo esperado y no del deseo propio, perdiendo poco a poco la capacidad de asombro.

Tal vez la diferencia está en tomar “los pequeños detalles” y para encontrarlos se debe mirar, observar de lo mirado y aprender de lo observado, en esas fases de transfondo encontrarnos con la erudición. La sabiduría a diferencia del conocimiento es que el primero se vive y se transmite, el segundo se aprende de lo ilustrado, por eso los detalles solo se dan al movimiento del interés (“el interés tiene pies”). Así mismo, cuando hablamos del inconsciente en psicoanálisis es algo “ya sabido”, vívido pero sin recuerdo y solo es cuestión de encontrar el "detalle" en el síntoma y que aflore de lo olvidado (reprimido).

La ignorancia negativa (por así decirlo) lleva a un mundo cerrado bajo llave, es la condena a un vivir sin existir y como diría Richard Bach: “quien justifica sus limitaciones ciertamente las tendrá”. Porque el ignorante suele ser también responsable de su ineptitud y por eso es criticado y objeto de burla, porque se presta al engaño fácilmente, a su explotación y a vivir de la eterna ilusión, pues no le interesa buscar su cultivación.

Aunque hay algo interesante que no debemos perder de vista y es el caso del ingenuo, que a diferencia del ignorante nos puede dar buenos planteamientos de lo simple, pues siempre está a la vista de las cosas superficiales que el intelectual “ignora” por irse al fondo de las mismas. El ingenuo que se aplica a la persona que es boba, sincera y candorosa. no tiene malas intenciones, pero sin embargo es alguien que no tiene falta de atención, es quizá flotante pero no ausente; y como persona incauta detalla lo destellante en las cosas. De ahí que los niños al hacernos preguntas tan concretas nos profundizamos en la respuesta que hasta perdemos el punto. Como aquel comercial donde un grupo de niños preguntaban ¿Por qué se llaman rosas si son rojas? ¿Por qué si los árboles crecen con el agua… porque no hay en el mar? Un adulto se detendría a pensar un momento para contestar. Es por eso que no debemos subestimar el intelecto de aquellos que nos parecen inocentes, carentes de mundo, siempre hay algo que nos sorprende, y en este caso del ingenuo, nos demuestra solo otro ángulo de la perspectiva y son capaces de plantearse espontáneamente los problemas más esenciales.

Por eso Sócrates a sucumbido con su frase celebre: “yo solo sé que no sé nada”, realmente es clave en este escrito justamente porque nos quiere decir el hecho de no encontrar respuestas sin antes obtener las preguntas correctas, el saber está ahí, pero tenemos que indagar dentro de nosotros mismos para encontrar el conocimiento, él propuso la mayéutica, hoy en día es el psicoanálisis, la técnica sofí, la yoga, la misma escuela, entre otras.

Así que si ignoré muchas cosas escribiendo sobré la ignorancia, por lo menos intenté saber algo.

Saludos.